sábado, 9 de agosto de 2014

JUEGOS


El relato corto “Juegos” describe una escena sexual explicita entre una pareja del mismo sexo. La historia está escrita con una intencionalidad predeterminada. Solo espero que quien la lea la disfrute… y despierte su curiosidad. ;)

  


La espalda le ardía de una forma agradable que hacía que sintiera todos los músculos de esa zona deliciosamente relajados. El flogger de suaves tiras de cuero que había utilizado Sebastián para azotarle era uno de los mejores instrumentos para hacer que se calentara de una manera asombrosa. El tiempo que había pasado desde la última vez que lo habían hecho le había parecido eterno a Mario. Lo había echado de menos.
Ahora, después de la suave paliza, descasaba su pecho en el banco de piel negra a los pies de su cama. Su cuerpo sudoroso por el esfuerzo temblaba con la expectativa de lo que estaba por venir. Arrodillado, con las manos apoyadas en el suelo, y el pecho pegado a la cálida piel, la postura le resultaba familiar y cómoda. Ajustó la abertura de las rodillas para distribuir mejor el peso, intentando que Sebastián no se diera cuenta de su movimiento.
El ambiente en la habitación era cálido y algo húmedo. La ventana estaba abierta y dejaba pasar una ligera brisa templada proveniente de la calle. A esa hora nocturna el abrasador calor del verano en la ciudad había disminuido, si bien los veinticuatro grados del exterior no eran precisamente frescos. La tibia brisa era bienvenida aunque solo fuera para refrescar un poco el ardiente calor de su espalda.
Los firmes y pausados azotes que Sebastián había repartido por su espalda, hombros y nalgas le habían ayudado a relajarse y focalizar, preparándose para lo que tendría que venir después. A Mario no le llamaba la atención el dolor o daño físico excesivo en sus relaciones sexuales, pero disfrutar de las flexibles tiras de cuero de un flogger en sus nalgas de vez en cuando hacía que sus pulsaciones se aceleraran al máximo. Le encantaba disfrutar de esos momentos con Sebastián.
—Te has movido.
—No.
—Mentiroso.
Mario sintió moverse a Sebastián detrás de él e inmediatamente la picazón de un certero azote en su nalga derecha le hizo respingar.
—¡Ah! Lo siento. No lo volveré a hacer —Mario escondió la cara hacia el suelo. El picotazo había sido placentero. Si Sebastián se daba cuanta  a lo mejor no le volvía a azotar. Sonrió para sí mismo.
—Eres un mentiroso, y lo sabes —Sebastián estaba en lo cierto. Su compañero de juegos era un hombre serio, con un sentido del humor muy particular. Hacía bromas en los momentos más inesperados y casi nunca sonreía. A Mario le encantaba ese rasgo suyo, aparte de otras características singulares de su personalidad. El ser un mandón era otra de esas cosas que le gustaban de él.
Se conocían desde hacía tres años y medio y su relación siempre había funcionado de esa manera. El temperamento y forma de ser de Sebastián se complementaban perfectamente con los de Mario.
Sebastián era dos años mayor que Mario y físicamente se parecían bastante. Eran hombres de cabello y piel morenas, aunque Sebastián tenía los ojos castaños y los de Mario eran verdes. Para Mario el haber conocido a ese hombre era una de las mejores cosas que le habían pasado en la vida.
Mario giró un poco la cabeza buscando el reflejo del espejo de cuerpo entero que había en la habitación. La imagen que encontró le aceleró las pulsaciones.
Sebastián estaba acuclillado totalmente desnudo, justo detrás de él. El dildo negro de látex en sus manos brillaba, húmedo, impregnado de lubricante. Sebastián lo manejaba extendiendo el líquido transparente por la flexible superficie.
—Sebastián… —el nombre salió como un gemido a través de sus labios. Mario corcoveó inquieto en su expuesta posición.
—Lo quieres ¿verdad? —Sebastián se inclinó, posó su mano izquierda en la cadera de Mario impidiendo que se moviera más. Alcanzó a acariciar con sus labios las rojeces calientes en los glúteos carnosos. Escuchó a Mario suspirar y sintió el temblor de su cuerpo atravesándolo completamente.
—Te quiero a ti.
—Me tendrás —contestó con firmeza Sebastián—. Primero disfruta de esto. Lo que te voy a dar.
Mario asintió estremecido, dejando que un nuevo suspiro saliera de sus labios. Sebastián era fuerte, sujetó la cadera de Mario, afianzándole en su posición inclinada sobre el taburete. Debió de dejar el dildo de latex en algún lugar, ya que Mario sintió como amabas manos del hombre masajeaban sus nalgas, exponiendo su grieta y jugando con los pulgares lubricados, haciendo pasadas sobre su ano. Las placenteras sensaciones envolvieron las terminaciones nerviosas de Mario. Los dedos siguieron jugando con el suave músculo hasta dilatarlo, haciendo que los dos hombres respiraran pesadamente.
Mario sintió el movimiento que hizo Sebastián para recoger el juguete olvidado, sintió la punta fresca y roma apoyada en su piel, y el inicio de la penetración en su carne. Cuando el dildo pasó su entrada Mario apretó los dientes por el repentino escozor. Enseguida notó el pellizco de los dedos de Sebastián en sus nalgas y el azote que siguió. Con el respingo Mario sintió la profunda penetración del juguete en su interior, haciéndole sentir pleno a rebosar. Sebastián aguantó unos segundos la respiración, esperando para que el cuerpo de su amante se acostumbrara a la invasión. Entonces las caderas de Mario empezaron a agitarse y Sebastián volvió a tomar el mando de la situación. El juguete bombeó dentro y fuera del cuerpo de Mario, los gemidos del hombre rebotaban en las paredes del cuarto, indicando a Sebastián que lo estaba haciendo bien y consiguiendo que su temperatura corporal subiera unos cuantos grados.
—Te voy a montar ahora.
—Sí. Por favor —susurró Mario entre dientes.
—Ven aquí. Levanta —antes de terminar de hablar Sebastián había sacado el dildo del cuerpo sobreexcitado de Mario, que calló abandonado al pie de la cama. Sebastián ayudó a Mario a ponerse en pie. El hombre tenía el cabello húmedo sobre los ojos, los labios rojos de habérselos mordido y las mejillas sonrojadas de placer. Sebastián enmarcó su cara con las manos y besó la carnosa boca con ansias.
—Túmbate boca abajo.
Mario lamió el mentón de su amante antes de separarse de él para obedecer la orden. Las frescas sábanas blancas hicieron que su piel se erizara por las sensaciones contrastadas. Su cuerpo estaba en llamas.
—Te necesito —exigió Mario en un susurro.
—Ya me tienes —contestó Sebastián—. Quiero que mires el espejo.
Sebastián se había tumbado todo lo largo sobre el cuerpo acalorado de Mario. Su polla anidaba entre las nalgas de su amante y el pecho tronaba sobre la espalda del otro, haciéndole sentir el golpeteo de su corazón. Mario giró la cabeza y encontró junto a su boca los labios acogedores de Sebastián. Sus besos fueron hambrientos y demandantes. Exigiendo una rendición. Los dos respiraban pesadamente al separarse y dirigieron sus ojos al espejo que les devolvía la imagen de ambos, acoplados, compartiendo sus cuerpos. Sebastián flexionó las caderas buscando la entrada al cuerpo de su amante, al hallarla gruñó junto al oído de Mario haciéndole estremecer.
—Ahora aguanta. No voy a parar hasta que te corras.
—Hazlo —gimió Mario.
Sebastián dejó que Mario descansara la cabeza en uno de sus brazos. Alargó la otra mano hasta entrelazar sus dedos con los de Mario, por encima de sus cabezas, y empezó un ritmo hipnótico, pausado que hizo a ambos hombres gruñir de placer.
—No pares.
—No.
El roce de los cuerpos, moviéndose acompasados, siguiendo el ritmo del placer mutuo, hizo que Sebastián tuviera que apretar los dientes para intentar controlar su orgasmo. Agachó la cabeza y lamió la nuca húmeda de sudor de Mario. Fue un error. El sabor salado de su piel caliente activó sus ansias. Mario gimió de satisfacción cuando Sebastián aumentó el ritmo de los envites, estiró su mano libre hacia a tras buscado la carne firme de Sebastián y pellizcó sus nalgas con fuerza haciendo que los empujes de su amante se volvieran erráticos. Mario se abrió completamente, dejando que el placer recorriera sus sentidos. La pesada respiración de Sebastián en su oído le hizo temblar de emoción. El orgasmo sacudió su cuerpo haciendo que las contracciones de los músculos que rodeaban  a Sebastián provocaran su propia liberación. El sudor empapaba los cuerpos de ambos, resbaladizos, lúbricos y calientes.
Mario respiró entrecortadamente, giró la cabeza para alcanzar a besar la boca de Sebastián. Los labios de su amante acariciaron con tranquila satisfacción la boca de Mario, saborearon el placer en la respiración compartida y el gusto salado del sudor.
Mario sintió un leve escozor en la espalda y las nalgas cuando Sebastián se retiro de su interior. Las marcas del flogger persistirían unas cuantas horas más en su piel recordándole esta noche y los juegos que Sebastián había jugado con él.
Mario se sintió totalmente desmadejado por el placer. Agotado y satisfecho se colocó de lado, pegado a la espalda de Sebastián, abrazando su pecho y acariciando su polla semidura.
—¿No estás satisfecho? —bromeó Sebastián. Sabía que a Mario le gustaba acurrucarse después del sexo.
—Sí. Pero luego quiero otra ronda.
—Hecho.
Sebastián entrelazó los dedos con los de Mario y cerró los ojos, dejando que su cuerpo se relajara en brazos de su amante.
Los juegos no habían terminado. Estaba deseando volver a empezar.


SI QUIERES LA VERSIÓN EN PDF PASA POR AQUÍ

4 comentarios:

  1. hola roni, feliz domingo muchas gracias por compartir el corto!!! que tengas una gran semana, besos

    ResponderEliminar
  2. Holaa Roni!! que tengas un buen comienzooo de semanaa!! adoroo leer todo lo que escribes!! gracias por siempre compratir tus historias!! besso!!!!!

    ResponderEliminar
  3. Muy bueno! Me encanta el relato y cómo plasmas la excitación y sentimientos de tus protagonistas.
    Besos

    ResponderEliminar
  4. Muchísimas gracias chicas, por pasaros por aquí y tomaros el tiempo de comentar. Un abrazo a las tres ;)

    ResponderEliminar

JUEGOS

Wattpad